Teresa Huguet: “La innovación sin inclusión está vacía de calidad humana" (El Blog de Educación y TIC)
Transcribimos una entrada publicada en el Blog Tiching que nos ha parecido muy
interesante.
Publicada
por Tiching-27/10/2016 (pincha aquí para ver la publicación en el Blog Tiching)
He visto escuelas con muchos recursos especiales (unidades de apoyo para la educación especial, profesionales de apoyo, docentes de apoyo especializado, psicopedagogos…) que en realidad no se usaban para la inclusión del alumno en el aula, sino para hacer intervenciones con y para el alumno con necesidades educativas especiales de manera individual, fuera del aula, en prácticas desconectadas de lo que sucedía en el aula. En realidad esos recursos no se estaban utilizando para que el alumno se sintiera incluido en el grupo, ni tampoco estaban sirviendo para que la escuela avanzase hacia una educación más inclusiva.
¿Cómo se relacionan los términos escuela inclusiva e innovación?
Si van de la mano es fantástico. Se apoyan mutuamente de una manera creativa, humana, inclusiva, multiplican los recursos metodológicos. Las metodologías innovadoras, si tienen en cuenta la diversidad – ¡y, por definición, deberían tenerla en cuenta! – son ideales para que las escuelas sean más inclusivas. La inclusión necesita de la innovación. La innovación sin equidad ni inclusión queda vacía de calidad humana, queda al servicio de unos pocos privilegiados.
¿Son los docentes conscientes de ellas?
¿Por dónde le recomendaría empezar a un centro que quiera convertirse en inclusivo?
Cada escuela es un mundo, dicen.
¿Cuál es el papel de las familias en la escuela inclusiva?
El Blog de Educación y TIC
Teresa Huguet: “La innovación sin inclusión está
vacía de calidad humana"
Teresa Huguet
Profesora de la Universidad
Blanquerna de Barcelona y especialista en educación inclusiva
En casa de Teresa eran mayoría
las chicas: tres hermanas y un hermano. Desde siempre compartían juegos, libros
y tiempo libre, aunque también alguna pelea, claro. Teresa era muy activa y
prefería los juegos al aire libre que los de casa, así se convirtió en una gran
trepadora de árboles, saltadora y corredora.
Definamos
educación inclusiva ¿Qué es y qué no es educación inclusiva?
La educación es inclusiva cuando las escuelas y
aulas no excluyen a ningún alumno. Todos los niños, sean cuales sean sus
necesidades, están en la misma escuela, aprendiendo juntos en las aulas. Si
hay una educación inclusiva, no es necesario sacar a los alumnos “diferentes”
del aula para trabajar con ellos ciertas capacidades o habilidades. Todos los
docentes y profesionales se comprometen a implementar metodologías inclusivas
en el aula, llevando a cabo prácticas educativas juntos, aprendiendo los
unos de los otros, los docentes habituales con los docentes y profesionales
especializados (profesores de apoyo, psicopedagogos, logopedas,
fisioterapeutas…).
¿A qué tipo de discriminaciones se enfrentan
nuestras aulas?
De todo tipo, como en la sociedad… Miradas que
incapacitan, que discriminan, que solo ven las diferencias: “tú
no sabes, tú no puedes, tú no vales, que lo haga él que sí sabe, él sí puede,
no es necesario que lo aprendas, vamos al aula especial para poderte enseñar…”
¿Cuáles son los principales errores que cree que se
cometen en las aulas en relación a la educación inclusiva?
Pensar que los alumnos con necesidades educativas
especiales necesitan cosas y tratamientos muy especiales porque son muy
distintos. Miradas que solo ven lo patológico, lo especial, lo distinto…
Miradas que desarrollan la creencia de que es muy complicado enseñar a esos
niños tan distintos y creer que son necesarios recursos muy especiales. Esos
alumnos en realidad sí son diferentes y únicos, ¡pero como todos los otros! Son
niños y tienen las mismas necesidades que los demás: ser felices, aprender, ser
amados, apreciados, jugar, crecer y convertirse en personas lo más
autónomas posible. Esas miradas sesgadas hacen que los docentes no se
sientan preparados para enseñar a esos niños. En realidad, un buen docente solo
necesita tener curiosidad, afecto, y acercarse y hablar con ellos para ver que
son solo niños.
¿En qué se diferencia la educación inclusiva de la
educación especial? ¿Y la integración de la inclusión?
En la educación inclusiva los recursos humanos,
materiales de apoyo y técnicos son para todos los alumnos y todos los docentes,
no son solo para unos niños “especiales”. En la educación especial, en
cambio, esos recursos son para los alumnos con necesidades educativas
especiales. Inclusión implica el cambio de
todo el centro, de todos los docentes, para atender a todos los alumnos, sean
cuales sean sus necesidades. En la integración el acento se pone en
integrar a los alumnos vulnerables o con necesidades educativas
especiales, se les proporcionan apoyos para que se integren en la dinámica ya
existente. Pero eso no implica un cambio de todo el centro para incluir y
educar a cualquier alumno.
¿Qué papel tienen actualmente las escuelas de
educación especial?
Actualmente las escuelas de educación especial son,
en su mayoría, recursos para aquellos alumnos que no han podido encontrar una
escuela que los acoja y los eduque. En la escuela de educación especial esos
alumnos son educados para que en el futuro se integren en la sociedad. En
la medida en que las escuelas ordinarias no se sientan obligadas a cambiar
porque tienen toda la diversidad de alumnos en sus aulas, siempre se
necesitarán escuelas de educación especial que hagan esa función y acojan a
esos alumnos. Pero… ¿por qué no convertir las escuelas “ordinarias” en
escuelas para todos? Esa escuela es la sociedad en pequeño que en el futuro
todos los alumnos van a encontrar en su barrio. Deberían aprender a vivir
en la escuela con toda esa diversidad que encontrarán en la sociedad.
¿Y qué papel deben tener en un futuro? ¿Tienen
sentido?
Su papel debería ser el de implicarse en una
educación inclusiva junto a las otras escuelas. Convertirse en apoyos para la
inclusión. Poner su saber, conocimiento y recursos al servicio de las
escuelas del barrio, de las escuelas ordinarias a las que van la mayoría de
alumnos.
A menudo se habla de falta de recursos para atender
a la diversidad. ¿Qué recursos necesita una escuela para avanzar hacia la
educación inclusiva?
En realidad, según mi opinión no se trata de un
problema de recursos. Recursos hay, el problema es cómo se usan, cómo se
distribuyen, cómo sirven realmente para que todos los docentes y el personal
del centro se sientan capaces de atender y educar a todos los alumnos.
Las actitudes, los valores, las políticas y las metodologías son mucho más
importantes que los recursos.
He visto escuelas con muchos recursos especiales (unidades de apoyo para la educación especial, profesionales de apoyo, docentes de apoyo especializado, psicopedagogos…) que en realidad no se usaban para la inclusión del alumno en el aula, sino para hacer intervenciones con y para el alumno con necesidades educativas especiales de manera individual, fuera del aula, en prácticas desconectadas de lo que sucedía en el aula. En realidad esos recursos no se estaban utilizando para que el alumno se sintiera incluido en el grupo, ni tampoco estaban sirviendo para que la escuela avanzase hacia una educación más inclusiva.
¿Y qué se puede hacer al respecto?
Pienso que debemos estar muy atentos a cómo se
utilizan los recursos que se van incorporando, no es bueno
añadir demasiados recursos de golpe sin una intención clara de
inclusión. Aplicar recursos humanos especializados sin una filosofía
realmente inclusiva suele tener un efecto de expulsión de los alumnos especiales
de las aulas ordinarias para que sean atendidos por múltiples profesionales
fuera del aula. Si los profesionales especializados no se encuentran
implicados y acogidos en las aulas y en la dinámica global del centro,
desconocen lo que pasa realmente en clase y llegan a creer que sus
conocimientos sobre el trastorno o la discapacidad son más importantes que los
conocimientos y competencias educativas de los otros docentes.
¿Y qué efectos tienen estos hechos?
En consecuencia, los profesionales especializados
tienden a alejarse del aula y a trabajar con esos alumnos “diferentes” en otros
espacios y contextos, separados del grupo. Ese tipo de intervención, de manera
inmediata, descarga la ansiedad de los docentes habituales que no se
sienten suficientemente preparados para atender a esos alumnos. Y así continúa
la rueda de la delegación excesiva de responsabilidad educativa en los
profesionales y docentes especializados. Una rueda que lleva siempre a pensar
que el problema es que se necesitan más recursos, para en realidad no asumir la
necesidad del cambio.
¿Qué es lo que realmente se necesita?
Para hacer una escuela inclusiva hay que cambiar la
manera de enseñar y de trabajar de todo el personal del centro educativo. Los
recursos deben utilizarse con esa finalidad: tienen que servir para que todos
los docentes y profesionales aprendan a tratar la diversidad dentro del aula y
en los contextos habituales del centro. Hay que entrar en las aulas, colaborar
con los docentes, llevar a cabo prácticas de docencia compartida, apoyo dentro
del aula para aprender juntos a realizar prácticas realmente inclusivas en el
aula y en la escuela.
¿Cómo se relacionan los términos escuela inclusiva e innovación?
Si van de la mano es fantástico. Se apoyan mutuamente de una manera creativa, humana, inclusiva, multiplican los recursos metodológicos. Las metodologías innovadoras, si tienen en cuenta la diversidad – ¡y, por definición, deberían tenerla en cuenta! – son ideales para que las escuelas sean más inclusivas. La inclusión necesita de la innovación. La innovación sin equidad ni inclusión queda vacía de calidad humana, queda al servicio de unos pocos privilegiados.
¿Qué tipo de barreras a la inclusión podemos
encontrar en las aulas?
Podemos encontrar todo tipo de barreras: afectivas,
actitudinales, metodológicas, en los materiales, en la manera de agrupar los
alumnos, en cómo se trabajan los valores, en cómo se fomenta la ayuda entre
iguales y la aceptación de lo diferente…
¿Son los docentes conscientes de ellas?
No todos. Hay muchos docentes sensibilizados, pero
hay otros que no se lo han planteado. Para verlo, necesitan tener la
oportunidad de reflexionar sobre ello. Entonces se dan cuenta. La cuestión es
que a menudo tienen mucho que hacer y poco tiempo para pensar en estos temas,
para plantearse interrogantes, para analizar situaciones del aula, para hablar
con sus alumnos y con sus compañeros con calma y de manera sistemática.
¿Por dónde le recomendaría empezar a un centro que quiera convertirse en inclusivo?
Primero de todo, diría que no hay escuelas
totalmente inclusivas y escuelas totalmente excluyentes. Todas tienen un cierto
grado de inclusión y exclusión en según qué aspectos; por eso cada escuela debe
hacer su propio camino. La escuela debe empezar por donde crea que necesita
cambiar, después de reflexionar sobre su situación, sus valores y las
dificultades que encuentran sus alumnos.
Cada escuela es un mundo, dicen.
Sí, cada centro educativo debe hacer un
análisis compartido sobre su situación en relación con la inclusión. Hay
diversos instrumentos de evaluación disponibles que sirven para que el centro
identifique sus puntos fuertes y débiles; así pueden decidir por donde quieren
empezar a plantearse objetivos de mejora y pueden trazar un camino que tendrán
que ir revisando cada curso. Se trata de un recorrido en el que siempre se
puede mejorar, un camino largo que exige constancia en el que se deben
compartir los aciertos, las dificultades y los retos. Avanzado como
comunidad, aplicándose en procesos de cambio y mejora en los que todos
participen, desde la dirección hasta el personal administrativo, el conserje,
los cocineros… Todos deben sentirse implicados, evaluando cada curso las
mejoras introducidas y planteándose nuevos cambios para continuar avanzando y
aprendiendo a educar a todos los alumnos y alumnas.
¿Cuál es el papel de las familias en la escuela inclusiva?
En una escuela inclusiva las familias son una pieza
clave y tienen que estar implicados en estos procesos de mejora. Hay que hacerlos
cómplices y darles voz para que aporten sus ideas y propuestas para mejorar la
convivencia y avanzar hacia la inclusión de todos sus hijos.
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